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CASA EL PINAR

  • Arquitectura: CF taller + MM Arquitectos
  • Ubicación: Avándaro, Valle de Bravo
  • Superficie construida: 480 m2
  • Año: 2021
  • Colaboradores: Jessica Cano, Ana Voeguelin, Addai Ramírez, Ricardo García, Bruno Huerta, DA.A
  • Iluminación: ILWT
  • Construcción: CF taller + MM Arquitectos
  • Captación Pluvial: SPL
  • Tratamiento de agua: TIM
  • Fotografías: Rafael Gamo

Rodeada por vegetación, Casa El Pinar surge entre los árboles de un predio aún tomado por el bosque en el corazón de Rancho Avándaro, ubicado dentro de Valle de Bravo. La directriz del diseño fue claramente marcada por el contexto desde un principio: la prioridad fue generar un proyecto amable con el entorno y al mismo tiempo contundente en su lenguaje.

La accidentada topografía llevó a diseñar el proyecto en sección. Se determinó que, además de respetar el emplazamiento de los árboles preexistentes, se buscaría escalonar el programa para aprovechar al máximo la pendiente y evitar en la medida de lo posible la excavación y nivelación del terreno. Se utilizó el mínimo de área para el desplante, dando protagonismo al bosque mismo.

Manteniendo congruencia con el concepto de la casa, se eligieron materiales sencillos y acabados aparentes mezclando concreto, acero, piedra local y madera estructural de pino. La autenticidad de los materiales, tanto al interior como al exterior, es lo que da el valor estético a los espacios. El lujo de la calidad espacial de cada una de las habitaciones radica en lo sutil del diseño y en la intención de direccionar las vistas hacia el bosque.

Desde la calle se aprecia un camino de grava rodeado de árboles. La pendiente natural del terreno sube gradualmente desde la banqueta para encontrarse con la piedra que reviste la base del volumen principal.

El basamento del proyecto, ubicado casi al nivel de la calle, se pensó como cajón de cimentación con uso habitable. El sótano, hecho de concreto y recubierto de piedra local, alberga todos los servicios: las bodegas, cisternas, cuartos de maquinas, servicio y lavado.

Sobre este volumen se alza un muro ciego de concreto enduelado, protagonista de la fachada principal y eje determinante en el proyecto. Dicho gesto se cierra al norte para proteger el interior de los fuertes vientos y el frío clima de Valle de Bravo mientras que su textura y fuerte presencia da la pauta para la estética exterior e interior.

Una escalera de piedra integrada y camuflajeada al muro de piedra del basamento señala claramente el acceso sube por un costado del sótano hasta la puerta principal. Este nivel está conformado por una gran crujía orientada al sur que alberga la mayoría del programa. Dicha crujía, el volumen más amplio del proyecto, está formada por marcos estructurales de madera estructural laminada de pino y algunos muros interiores recubiertos por triplay desplantados sobre la losa del basamento.

La fachada sur está conformada por ventanales de piso a techo y cancelería de aluminio negro, garantizando luz natural y la máxima captación posible rayos solares para contrarrestar el frío clima. La conexión visual constante con el jardín y el bosque, así como la quietud que esto otorga, contribuyen a la tranquila atmósfera del espacio.

Un patio central con un liquidámbar rodeado de cristal llena de luz natural el umbral de la entrada y separa físicamente las dos áreas públicas principales, aunque existe una conexión visual a través del vidrio, creando una sensación de fluida amplitud. Los ventanales al sur y el patio central se confabulan para crear un espacio iluminado y fresco, además de térmicamente confortable.

El proyecto es simple y honesto en esencia. La estructura y los acabados no se separan, sino que se mimetizan, son uno mismo; la paleta de colores en toda la casa es neutra y designa una especie de calma. El uso del concreto pulido en el piso, aparente en algunos muros y la madera de pino junto con las uniones y cancelería negra homologan la estética del espacio.

La cubierta está hecha a base de vigas IPR que conforman un gran bastidor y su inclinación responde tanto a las fuertes lluvias de la zona como a la búsqueda de captación de rayos del sol. Este gran bastidor soporta un sistema Novidesa de paneles EPS (poliestireno expandido de alta densidad) que garantiza ligereza en las cubiertas, además de aislamiento térmico y acústico dentro de la casa.

El pasillo cerrado a la fachada norte, además de fungir como colchón térmico, conecta la sala con las áreas privadas: tres habitaciones con baño propio y vistas al bosque, la principal con walk-in-clóset. Dicho pasillo se encuentra volado sobre las escaleras de acceso y comparte el mismo acabado de concreto enduelado que su paño exterior en la fachada principal. Además, al mismo tiempo genera la sensación de que el volumen flota, visto desde la calle.

Al otro extremo del volumen, un bungalow de concreto se conecta a la crujía por medio de la terraza techada con un jacuzzi. En este bungalow se encuentra la sala de TV y una recámara adicional con baño propio, respondiendo a la necesidad de tener un espacio más privado para posibles visitas. Al igual que la crujía principal, se abre hacia el sur, conectando el interior con el exterior.

Los troncos de los pinos enmarcan las vistas del bosque desde cualquier punto en la casa y la conexión con la naturaleza es igual de evidente en todos los espacios donde se vislumbra el verde de las hojas. Con sus líneas depuradas y sus pocos materiales, esta casa es un refugio sin ostentación que invita a reflexionar y contemplar.

Se utilizó madera de pino laminada certificada FCS para la estructura. La madera como sistema constructivo es el único con un balance negativo de emisiones de carbón, además de ser un material renovable. La madera no emite CO2 ni cualquier otro deshecho tóxico para el humano; lo único que requiere es un mantenimiento sencillo con aceite cada dos años para asegurar un buen funcionamiento y durabilidad.